Decía Theognis, poeta del Siglo 6 AC, que cuando el titán Epimeteo abrió la Caja de Pandora contra las órdenes explícitas de los dioses, salieron de ella grandes males para la raza humana. En la Caja de Pandora también venían contenidos algunos espíritus benéficos como Elpis (la esperanza), Pistis (la confianza) y Sophrosyne (la moderación). Tras una larga convivencia con la humanidad, dos de estos espíritus dijeron: vini, vidi et vuolo in domine redire (vine, vi y ya me quiero regresar). Sólo la esperanza, decidió quedarse entre nosotros a ver si las cosas mejoraban. Desde entonces, una de las pérdidas más sentidas de la humanidad ha sido Sophrosyne (sofrosine), ese espíritu benéfico encargado de enseñar a los seres humanos a gozar de la vida y satisfacer nuestros deseos sin incurrir en daño a nosotros mismos o a terceros. Gozar y gozar mucho –sostenían los devotos de Sophrosyne– es un fin existencial legítimo siempre y cuando el gozo no destruya la idea de lo que constituye nuestro